domingo, 27 de diciembre de 2009

EL DONOSO ESCRUTINIO

Desatiendo mi propio blog, lo cual no es muy significativo en estos momentos de alteridad en que siempre preocupan más otras saludes, comunicaciones y vidas que las propias. Lo que toca, y muy a gusto.
El título de esta entrada hace referencia a un expurgo en la biblioteca de mi Instituto -olim, Colegio- que me ha dado la ocasión de revisar, manosear, tocar y oler un montón de libros del pelaje más variado.
Primera impresión: ganas de cambiar mi profesión por la de librero de viejo, pana, mesa camillla, los cuarenta y seis Episodios Nacionales, una taza de café y, por qué negarlo, la caricia en el oído de la integral de Das Kantatenwerk.
Segunda, ya menos impulsiva: cuántas preguntas. ¿Porqué hay tantos ejemplares de Alfanhuí? ¿Qué pintaba en la biblioteca de un modesto colegio de pueblo la narrativa de Pearl S. Buck? ¿Qué significa exactamente Historia de la música ANDALUZA? ¿Serán buenas estas traducciones de Faulkner, con lo que se respeta a Fúlkner en este pueblo?
Me he traído una antología de autos sacramentales (que incluye a Lope, Tirso, Calderón y Mira de Amescua) solo porque está inclusa en un "Biblioteca fundamental del hombre moderno" y uno se pregunta: ¿Qué hombre moderno se permite desconocer El colmenero divino?
En fin, no quiero cansaros con un regreso de "erudito a la violeta", así que voy a "picar entre horas" (lo hago con libros más que con comidas) un Sevilla en los textos clásicos greco-latinos de un tal Alberto Díaz Tejera, no sé si a alguien le sonará...

5 comentarios:

  1. Recuerdo el inmenso placer al comprobar cómo los ruidos del exterior se iban amortiguando cada vez más, hasta desaparecer, conforme uno se infiltraba entre los atestados pasillos y estantes de la libreria de viejos de ¿Pedro Niño? Esa calle del cactus mágico, los gatos y Santa Marta al fondo. Era exactamente así: pana, mesa camilla, librero a juego con el desorden y el silencio. Rara vez salía de allí con algo que mereciera la pena. De hecho, rara vez compraba, pero volvía una y otra vez, buscando el silencio.
    Nunca averigüé si me gustó Alfanhuí o no: me pareció onírico, pero de empacho de ciruelas.
    A mí, Hamlet me lo enseñó Alberto Diaz Tejera, en una conferencia que dio sobre la tragedia clásica y Shakespeare. Qué baño para todos los de Filología Anglogermánica, que tuviera que venir este sabio despistado, con certeza de lo primero y solo apariencia de lo segundo, a mostrarnos que, como dice Borges, sólo hay dos historias: la de un dios que se hace hombre para morir y la de un guerrero que busca su isla tras una guerra interminable.
    Un abrazo.

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  2. Grande y enigmático, Don Alberto. Persona extraña, singular, que me enseñó a pensar y a tener imaginación; que comentaba en voz alta los exámenes corregidos; de quien me acuerdo cada vez que me tropiezo con un nominativo plural; que una vez me tildó de "atrevidilla" por darle no sé qué giro a vete a saber qué cosa; que se sorprendió viendo la nota que otrora me pusiera en su -porque siempre será suyo- Indoeuropeo y me pidió a cambio una botellita de Chivas. "¿Usted que opina?"- me dijo.

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  3. Y coincido con Adolfo en mucho (saludos, Adolfo): le debo a Don Alberto, además, mi obsesión por Agamenón, mi amor por Ilíada, mi identificación con Antígona e Ismene y mi admiración por ambas. Y tantas otras imágenes en mi cabeza.

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  4. Quillo, piérdete un Alfanhui que tengo cuerpo de Ferlosio... intentaré leerlo sin estropearlo mucho a pesar de que no soy intelectual y de que me sienta más identificado con la fila de los borrachines que con la de aquellos que veneran a "Fulcner".

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  5. Saludos, María José.
    A nosotros los intelectuales ("¿por qué no se mostran?"), hablarnos de la uni es como a los proles hablarles de la mili. Se agolpan ("pin, pam, tomá guacho"-tengo que desluthierizarme...)los recuerdos y surgen las comparaciones. Los que somos del plan antiguo, de inglés, francés o turco, conocimos a personalidades como Diaz Tejera (su hijo era compañero mío en el Montañés y nos unió cierta amistad, por lo que estuve en su casa alguna vez. Creo que era mejor profesor que padre), personajes como Julián el de latín, Miguel Ángel Pineda (mi primer cero Kelvin; luego tuve a su hija como alumna en el Paula...), Mercedes de los Reyes Lida de Malkiel, Capote...y pajarracos como Esteban Huarte Torre. Eso siendo de anglogermánicas. De los propios míos o de modalidad ni entro. Feliz año a todos.

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