miércoles, 25 de febrero de 2009

PRIMICIAS

Andaría yo por los siete años. Vía Crucis con mi Cristo de las Cinco Llagas: la imagen era otra, también el día en que se celebraba… sin duda también yo era otro.
Pero hoy es Miércoles de Ceniza y viene a mi memoria la anécdota de las primicias. Las define el Tesoro de Covarrubias (1611) como “lo que se ofrece a Dios de los primeros frutos”.
Es el caso que tomaba por primera vez un cirio, ilusionado tras haber velado las armas de monaguillo y varita de niño. Se acercaba la Semana Santa y afronté aquel Via Crucis como una especie de entrenamiento. No parecía tan difícil. “Hermanos –dijo la voz de mi padre, que ejercía de algo parecido al Diputado Mayor de Gobierno- al entrar en Santa Paula mantengan los cirios en posición vertical, para que no les llenemos el suelo de cera a las monjitas”. Confieso que recé aquella estación completamente desconcentrado. La cera subía cada vez más, porque no había tenido la precaución de resetear el cirio justo en la puerta.
Pulso de cirujano, equilibrio de funámbulo, logré salir del compás de Santa Paula sin obligar a las hermanas a retirar ni una gota. Pero no bien hube pisado de nuevo la calle –Te alabamos, Cristo y te bendecimos-, recién olvidadas las precauciones, me hice una depilación completa de la mano izquierda del todo innecesaria a los siete años. Recuerdo haberlo vivido como un ritual de paso (nunca mejor dicho). Me había quemado, pero había cumplido como un hombre. Primicias.

INCIPIT TEMPVS QVADRAGESIMAE

5 comentarios:

  1. ...Lo que así recreas
    es el tiempo sin tiempo
    del niño, los instintos.

    Aprendiendo la vida
    dichosamente, como
    la planta nueva aprende
    en suelo amigo. Eco

    que, a la doble distancia,
    generoso hoy te vuelve,
    en leyenda, a tu origen.
    Et in Arcadia ego.

    Luis Cernuda

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  2. Mi pérdida de virginidad ceriferaria fue quizá algo antes, en un culto (no recuerdo cual) con rito largo de "tamtum ergo", elevaciones del Santísimo, incensaciones y solemnidad litúrgica absoluta en el que a mis torpes años acompañaba con una velita en la mano.
    En un descuido o movimiento torpe, un goterón de cera caliente me cayó en la mano en donde se convirtió al punto en sólida de nuevo. Recuerdo que hacía frío.
    Fue entonces cuando mi padre, al que tenía al lado, advertido por el gesto de dolor (que no pasó de discreto respingo) y sin mediar palabra alguna, me retiró la cera de la mano y con ello me proporcionó alivio inmediato.
    Yo, en mi inocencia, pensé que lo que me había quitado como por arte de magia era la ampolla que me había hecho la quemadura y lo tuve a mis ojos como a un santo al que le era dado obrar esos pequeños milagros curativos...
    A pesar de mi asistencia a los cultos no puede decirse que tuviera mucha cultura. Santa inocencia.

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  3. El chorrear de la cera es el bautismo de los penitentes. Todos hemos pasado por ahí; tal vez sea la primera herida de guerra cofrade y después se cuenta con cierto orgullo por habr superado el trámite de forma digna. Un abrazo, Vicente.

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  4. Pongo en conocimiento de los lectores asiduos del blog, que esta entrada ha sido publicada en la revista Pasión en Sevilla de fecha 5 de Marzo que publica el diario ABC destacándola como la mejor entrada en la comunidad Cofrades.

    Felicidades Vi

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  5. Este muchacho vale un Perú.
    Noragüena.

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