viernes, 28 de agosto de 2009

ME LLAMO ROJO

TÍTULO: Me llamo rojo
AUTOR: Orhan Pamuk
EDITORIAL: Punto de lectura (Santillana)
COLECCIÓN: Narrativa
PÁGINAS: 687
PROCEDENCIA: Regalo de Jose y Gema, hace bastante tiempo.
FECHA LECTURA: Junio-julio 2009.


SINOPSIS:

Estambul, siglo XVII. El maestro ilustrador Maese Donoso ha sido asesinado y nos invita en las primeras páginas a encontrar a su asesino a cambio de contarnos cómo es “el otro lado”. Habremos de descubrirlo a través de los testimonios de las personas de su entorno, pero parece claro que las envidias de otros ilustradores o el temor religioso a las represalias de los terribles “herzurumíes” han podido empujar al asesinato a algún otro ilustrador, de los que el Maestro Osman apodó “Mariposa”, “Cigüeña” o “Aceituna”…

OBSERVACIONES Y COMENTARIOS:

Si Wagner hablaba de Gesamtkunstwerk (“Obra de arte total”), esta novela de Pahmuk puede considerarse con justicia una “Novela total”. Me explico: aunque el género novelístico está tan consolidado que ha sobrevivido a todo tipo de experimentos, sigue siendo un territorio virgen, una hoja en blanco que puede rellenarse de cualquier cosa. Y ante esa blancura inmaculada, habitualmente el narrador –horror vacui- se coloca en una postura previamente definida y, por tanto, predecible, de subgénero: negro, histórico, amoroso, esotérico o bestsellerista, o todo esto a la vez, causa habitual de nuestra decepción.
Me llamo rojo nos devuelve el género tan puro y limpio como lo estaba cuando en 1605 Cervantes incluyó todas las “novelitas” de su tiempo en el Quijote. Cuatrocientos años después, leemos en un mismo tomo (y lomo) una intriga policial, una historia de amor, una novela histórica sobre el milenario de la Hégira, ensayos y digresiones sobre arte oriental y occidental, tradición, estilo (apasionante esto en particular), religión, cultura, integrismo y mucho más. Todo ello con una técnica perspectivista que a veces recuerda a Crónica de una muerte anunciada, en una novela coral hermosísima, barroca a veces y a veces modernista, lujosa, cuidadísima y que, para colmo, se ambienta en mi añorado “Cuerno de oro”. ¡Qué prosa! Como para ponerme a escribir yo las cuatro cosas que me andan por la cabeza, que Dios se apiade de nosotros.