viernes, 27 de mayo de 2011

UMBRÍO POR LA PENA

casi bruno,/ porque la pena tizna cuando estalla...

De la mano de Miguel Hernández, tambaleándome, vuelvo al blog. Tendría que barrer, pasar un trapo y recoger un poco, antes de recibir a nadie, pero la pena estalla cuando estalla:/ ya sabrán disculpar el desaliño.
Como no soy artista, empieza a preocuparme la cantidad de versos, cuadros, acordes o instantáneas que hablan mejor que yo -esto no es difícil- de mis cosas.
¿Conocía este soneto de Lope? Si no me equivoco, pertenece al Tomé de Burguillos. Pues mire usted, como las Cuatro últimas canciones de Strauss: cosas que se hacen desde la última curva del camino y de las que hemos de aprender.
Esto iba de letras y músicas: no puedo prometer ni prometo una serie, aunque me gustaría intentar ("Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes", nos enseñó el Maestro Yoda...) ofreceros páginas que sean reflejos de almas y momentos. Puro egoísmo, sí: ¿serán también menos las penas con "panis ciberneticus"? No lo creo. En cualquier caso, quisiera empezar con éste:

Resuelta en polvo ya, mas siempre hermosa,
sin dejarme vivir, vive serena
aquella luz, que fue mi gloria y pena
y me hace guerra cuando en paz reposa.
Tan vivo está el jazmín, la pura rosa,
que, blandamente ardiendo en azucena,
me abrasa el alma, de memorias llena:
ceniza de su fénix amorosa.
¡Oh memoria crüel de mis enojos!
¿Qué honor te puede dar mi sentimiento,
en polvo convertidos sus despojos?
Permíteme callar solo un momento,
que ya no tienen lágrimas mis ojos,
ni conceptos de amor mi pensamiento.